Aparte de la eterna disputa entre cofrades y carnavaleros, existe también la eterna disputa, dentro del carnaval, entre el carnaval oficial y el callejero. Y es que es lo que tiene el Carnaval, que no se calla una ni dentro ni fuera. Esa magia de febrero envuelve en risas la crítica y, para demostrar que reírse de todo también incluyo a uno mismo, los auténticos carnavaleros hacen gala de sus principios y no perdonan ni al propio carnaval.
Y algo más que añadir, pues en esta entrada hay algo inaudito en la breve, pero intensa historia de este blog: la aparición de una mujer. Me alegra ver como ese rancio machismo que el carnaval heredó de una sociedad antigua y retrógrada que Franco potenció, rompen barreras y tabúes y, cada vez más, demuestran su ingenio y arte. Una clara evidencia de la mayor importancia del género femenino dentro del carnaval (sobre todo del callejero) es la impresionante actuación que la chirigótica Ana López Segovia ofreció como diosa Moma el martes de carnaval.
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