jueves, 14 de marzo de 2013

Actuación de "Déjalo, bien lo sabe Dios" (1994)

Desde 1994, este humilde ateo que escribe estas líneas reconoce a un sólo Papa: al Libi de Cádiz. Por mucho que el Vaticano se empeñe en repetir, cada vez más a menudo, el circo mediático divino que tiene pendiente del color del humo que sale de una chimenea a más de medio mundo, yo, que no le rindo pleitesía a ningún dios (sobre todo si no saben ni bailar ni cantar), me arrodillo, como buen carnavalero, ante este cuarteto de 1994 que para el recuerdo ha quedado.

Para meteros en situación os cuento la historia que llevó al Libi a meterse en la piel del máximo dirigente de la Iglesia Católica. En 1993, el niño travieso y gamberro del Carnaval que era Martínez Ares, cantó, por boca de su comparsa Los Miserables, una legendaria letra a su Santidad el Papa que causó revuelo entre la siempre absoluta y retrógrada Iglesia Católica que, como lleva haciendo desde que se coló en las altas esferas del poder, no acepta crítica alguna a su doctrina y su modus operandi. Para dar un escarmiento al joven Antonio, que era cargador devoto de la cofradía del Nazareno de Cádiz, los curas,  obispos y cofrades decidieron negarle la participación en la Semana Santa y así demostrar que si vas a querer a Dios por libre y con tus propios preceptos, lo harás solo, sin el apoyo ni la infraestructura que tantos años le ha costado realizar y mantener a la Santa Sede. Antonio, como buen gaditano, les volvería a contestar en un sentido pasodoble de La Ventolera (1994), pero también recibiría el apoyo indirecto de uno de los más grandes y descarados cuarteteros que ha tenido el Carnaval de Cádiz: Emilio Gutiérrez Cruz (el Libi), quien con su arte y su gracia peculiar, siempre sin pelos en la lengua y dispuesto a batallar por las causas perdidas, se embutió en una sotana blanca para llegar a Cádiz en forma de Papa y contestarle personalmente a Martínez Ares por su atrevimiento. 

Una característica del gran Libi, aparte de no callarse nunca nada, ha sido su férrea defensa por el Carnaval sin reglas, por la anarquía de la locura que se manifiesta a través del ingenio y el arte de un pueblo que cantando sus males espanta. Nada está prohibido durante febrero y nadie es intocable.

Pese a que este cuarteto y su personaje principal se grabaron en la memoria colectiva del pueblo de Cádiz, el Gran Jurado, acostumbrado a dar la nota, decidió que debía quedar en el tercer puesto, por detras del cuarteto No me chilles que me canso y con un primer premio desierto. Cuenta el propio Libi que cierta persona del Jurado le advirtió: Libi, si haces tal parodia y no la del papa, te llevas el primero, si no... Evidentemente, el Libi hizo la del Papa, pues el amor por el Carnaval y por la libertad están muy por encima de un primero.


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